3/1/09

CONTINGENCIA: EN POLITICA, UN AÑO DE MUCHOS BALANCES

En la transición de un año a otro es tradicional hacer un balance y proyecciones. En lo personal siento haber enfrentado importantes desafíos que nos prepararon espiritualmente para los que vendrán el 2009.
Del punto de vista institucional, el Senado de la República fue escenario de cambios que de alguna forma dan cuenta de lo que parece ser un reacomodo de la sociedad chilena. Tenemos la sensación que se está cerrando un ciclo y cuyos protagonistas no son los actores políticos, sociales y culturales de siempre, sino es el pueblo de Chile.Las personas han ido comprendiendo que el modelo político y económico con el cual se ha manejado el país los últimos 36 años está llegando a su fin. Tal comprensión se hace sentir brutalmente al constatar como la crisis mundial golpea a naciones poderosas que habían hecho del mercado su Dios.
Sus efectos ya se ciernen sobre nosotros expresado en principio en altos niveles de
incertidumbre, desinformación que se traduce en despidos significativos. Lo más grave es que los mismos que nos criticaron y descalificaron cuando sostuvimos que debía corregirse la forma de aplicar el modelo económico hoy parecen no querer rendirse ante la evidencia y persisten en sus puntos de vista dogmáticos y tecnocráticos.
Siento que la tarea para enfrentar el próximo año es comprender a cabalidad lo que está ocurriendo con la economía mundial y local para tomar medidas con serenidad y sentido práctico. La mayor responsabilidad está en evitar que una vez más los costos de la crisis la pague la clase media y los trabajadores. Debemos ayudar a promover un acuerdo nacional económico-social que tenga como metas evitar los despidos, activar el mercado interno, ayudar e incentivar a los empresarios a encarar la crisis con imaginación y solidaridad para con sus empleados y obreros.
El país cuenta con recursos en el exterior que deben ser repatriados para usarse en beneficio de las grandes mayorías nacionales inyectándolos directamente a los sectores productivos que presentan dificultades de financiamiento y que de parar generarán un alto desempleo. El Estado no debe tener complejos en esta hora para salvar el mercado, corregirlo y hacerlo funcionar en el sentido correcto; o sea la búsqueda del bien común de las sociedades.
A los ortodoxos les cito una frase maravillosa de Adam Smith, el filósofo y economista escocés que es considerado uno de los adalides de la cuestión económica: “Por más egoísta que se pueda suponer al hombre, existen evidentemente en su naturaleza principios que le hacen interesarse por la suerte de otros, y hacen que la felicidad de éstos le resulte necesaria, aunque no derive de ella nada más que el placer de contemplarla”. Con este espíritu los invito a encarar las tareas del 2009.




Adolfo Zaldívar Larraín
Presidente del Senado